Un reciente acuerdo entre la Fundación Albéniz, la Fundación Cisneros y el Museo Reina Sofía ha puesto en marcha un programa de conciertos de música contemporánea. La Sinfonietta, que así se llama el conjunto que los ejecuta, está integrada por alumnos del Conservatorio Reina Sofía. Ayer fue su primer concierto y estuvo a la altura.
El irritante divorcio entre «el arte contemporáneo» (que es fundamentalmente visual) y la «música» (que es lo que hacen los «músicos») es un atraso insoportable. Así, podemos encontrarnos que profesores de Historia el Arte o de Estética no tienen muy claro qué es un acorde tónico, porque entienden que estas definiciones no entran en su negociado. Incluso el Museo Reina Sofía, que acoje desde hace unos cursos un máster en sus entrañas, no solamente no oferta ninguna asignatura sobre música, sino que en sus asignaturas rara vez se hace alusión a la relevancia de la música en el conjunto de las artes del siglo XX. Este programa no sólo quiere poner a disposición del público un repertorio poco difundido en los circuitos tradicionales, sino establecer relaciones entre las exposiciones temporales o permanentes del museo y la música que se escribió en el siglo XX. Lo cual es, sin duda, un acierto.
Este programa de conciertos, que ayer se estrenó con la batuta de Stefan Asbury, incluía un interesante repertorio: la Sinfonietta para orquesta de cámara op.1 de Britten, The Trojan Games de Maxwell Davies, el Octeto de Benjamin y Carmen archadiae mechanicae perpetuum, obra de Birtwistle. En conjunto una mirada sobre qué ha sido el siglo XX en música en el Reino Unido. La interpretación, insisto en que era alumnos, fue muy meritoria, contenida y precisa. El formato es apropiadísimo: un concierto en torno a una hora, lo que permite acercarse a neófitos y que no se vayan saturados. Y es gratuito.
Estaremos atentos a próximos conciertos. En otro orden de cosas, el Ensemble de la Orquesta Nacional ofrecerá los días 16 y 17 de mayo sus conciertos MINI. En esta ocasión, un diálogo entre Bach y Arvo Pärt, a quien recientemente la Orquesta Nacional dedicó su Carta Blanca.