La arena se ha empleado en muchas alegorías: el tiempo, la debilidad o una descendencia numerosísima. Bajo este título tan sugerente (ARENA) puede verse, estos días, una exposición colectiva con obra de Esther Gatón, Florence Sweeney y Ana de Fontecha en Espositivo.
Aunque la invitación (que contiene el texto de la hoja de sala) advierte de que la exposición «contiene un suelo arenoso, lleno de desniveles y zonas de humedad», no se haga ilusiones, porque el montaje es tradicional (sobre un suelo firme que no se traga a los visitantes). La pieza de Esther Gatón consiste en una serie de cerámicas que, superpuestas, evocan al lecho marino o a una mantarraya. Es inteligente el juego lecho-animal-baldosa que se sugiere por la disposición, lamentablemente enturbiado por el empleo de hielo seco para crear humo, un recurso que parece estar poniéndose de moda. Gatón ha revelado en los últimos años una línea escultórica muy solvente e interesante –con diseños sofisticados y resultones– después de haber estado trabajando en prácticas muy asentadas en la teoría. Sus intereses (o, al menos, los que vemos en sus piezas) se mueven a toda velocidad: de las sensualidades de los materiales encontrados a piezas tan planificadas como la que nos ocupa. Este frenesí, que ha suscitado toda clase de entusiasmos (reseñas, premios), creo que debería observarse con tanto interés como cautela.
La obra de Florence Sweeney es muy adecuada para el conjunto de la exposición, porque hilvana el resto de piezas y dimensiona el espacio físico y discursivo. Una superficie de látex impregnada con colores amarillos y verdosos (pigmentos y minerales) cuelga del techo como un velo o un dosel o se deja caer por una estructura de acero. En oposición a su serie de resinas constreñidas en cuadros, estas piezas, que se despliegan, se suspenden y caen, generan una sensación de levedad muy elegante. Los pliegues, esto ya lo descubrió Zurbarán, son un recurso estético poderosísimo.
Tres construcciones en DM negro constituyen la propuesta de Ana de Fontecha: un estudio de la estructura de un contenedor de arena, de un arenero y de un encofrado. Su trabajo, que se desenvuelve entre lo instalativo, lo escultórico y lo constructivo, combina una mezcla muy singular de refinamiento formal y carácter críptico –a veces, excesivo. De Fontecha trabaja con elementos modulares y estándares de fabricación, desarrollando una investigación sobre cómo los formatos estandarizados condicionan y conforman los espacios. Admirablemente, ha evitado las poéticas de lo material –esa especie de enamoramiento que se da en algunos artistas–, tratándolos con franqueza y generando una estética muy pulcra que no enmascara la naturaleza de los materiales con que trabaja.
Conviene reseñar que ARENA es una exposición sin comisario, en que las artistas han negociado la relación de obras y su distribución en la sala (la autogestión llega a lugares insospechados). En este caso, esto es una carencia, que se manifiesta en dos aspectos importantes. El primero, la distribución de las obras en la sala, que resulta caprichosa y que no juega a favor de la propuesta. La segunda, la terrible hoja de sala, compuesta por una advertencia de fogueo, un fragmento con poesía de principiante, otro como de un diario y uno último que es una definición de un manual. Me detendré un momento en una consideración general: cada vez es más común leer hojas de sala de una calidad pésima, donde abundan errores de redacción, vaguedades de toda naturaleza y parrafadas ininteligibles. La hoja de sala sirve para que el espectador (sobre todo el que no es del circuito, al que no va a acercársele un asistente a explicarle nada) tenga unas claves para aproximarse a la exposición. Imprimir textos que son borradores sin repasar no es solo un desprecio hacia el visitante, también hacia el trabajo del artista que se expone; será menos escandaloso que meter una errata en el vinilo, pero no mucho menos.
Volviendo a donde estábamos. En la web de Espositivo leo: «Son necesarias unas breves notas para ver y comprender aquello que se sugirió pero se perdió durante un mes de conversación a tres distancias entre Ana de Fontecha, Esther Gatón y Florence Sweeney». No puedo estar más de acuerdo.
ARENA
hasta el 22 de diciembre
Espositivo (c/ Palafox 5, Madrid)
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