Solo alguien que crea que la verdad es un atestado considerará que la realidad se reduce a lo medible. Los fanáticos de la cuantificación a menudo ignoran las limitaciones y la imperfección de las herramientas con las que quieren tasar el universo. A pesar de ello, el mundo está plagado de fantasmas y criaturas esquivas, y que algo no ocurra para el común de los mortales no significa que no suceda: basta un solo vidente para que se aparezcan los dioses. No quisiera desdeñar el rigor de los científicos, a cuyo pensamiento estricto y limitado debemos buena parte de la mejora de nuestras condiciones materiales de vida, pero esto es una exposición de arte, así que podemos librarnos de la pesada carga de generar conocimiento. Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, que las que sospecha tu filosofía.
Sigamos. Hay fenómenos que aparecen velozmente y se consumen de inmediato. Nadie que se haya topado con un espectro o haya presenciado una hierofanía ha tenido ocasión de sacar la escuadra y el cartabón. Tampoco los asistentes a un concierto o a una obra de teatro describen, en proposiciones lógicas y mediante un eje de coordenadas, aquello que han visto. No porque no pueda hacerse, sino porque es absurdo. Estos son hechos que se relatan, es decir, que se cuentan de memoria.
El recuerdo, cuya fiabilidad no deja de ser cuestionada, es superior al hecho, porque mientras aquel se disuelve, este otro perdura; porque mientras que uno es estático y finito, el otro permanece en movimiento. En una de sus muchas entrevistas, oí decir a Emma Morano (durante un tiempo, la mujer más anciana sobre la tierra) que tuvo una voz hermosa, y que, cuando cantaba para aliviarse las fatigas del trabajo doméstico, los transeúntes se paraban bajo su ventana. Podemos conjeturar con que los viandantes continuasen su camino sin inmutarse por el canto de la chiquilla: es irrelevante. Incluso así, ahora, se detienen, porque esa inmovilidad es lo único que perdura de ellos.
La XXXII edición de Circuitos de Artes Plásticas reúne la obra de Lara Brown, Álvaro Chior, Raquel G. Ibáñez, Andrea González, Christian Lagata, nucbeade, Candela Sotos Fdez-Zúñiga, Cristina Spinelli, Jorge Suárez-Quiñones Rivas y Javier Velázquez Cabrero, bajo una cita pesimista extraída del primer capítulo del Manifiesto Comunista.
La exposición comienza en una sala a oscuras y termina en otra donde la luz se colorea. Hay piezas que solo se escuchan y algunas que aparecen de improviso. La sala está llena de pecios, movimientos encapsulados, textos ilegibles y metáforas de cuerpos. Este texto, deliberadamente fragmentario y sinuoso, alude a algunos temas de los que se ocupan los artistas de esta edición. He creído más pertinente la literatura que la teoría del arte. Nada de lo que se dice se afirma con vehemencia: estas páginas también desaparecerán.